-Vaya, eres valiente. No todos se atreven a acercarse tanto a los daimons, menos aún a un tigre- comentó la joven cuando Adler se inclinó cerca de Alex. Su daimon estaba sereno y quieto, pero al mismo tiempo habia un brillo divertido y desafiante en sus grandes ojos amarillos.
Después, había observado el dialogo entre el hombre y Adler en silencio, mientras su mente de abogada funcionaba a toda velocidad. Se preguntaba si lo que acababa de presenciar sería una especie de tráfico ilegal. "Espero que no se meta en problemas" pensó, tomando en cuenta sobre todo la apariencia joven que tenía el chico. Una vez que el hombre se hubo ido, Rebecca sonrió y estrechó su mano.
-Soy Rebecca. Es un gusto conocerte. Ah, y no te preocupes... aunque no he tenido que pasar por eso, se que la conversión ha sido un proceso doloroso para muchos-, dijo, bajando un poco más la voz. Luego, con una inocente expresión de curiosidad, miró el frasco con el escarabajo- Debo decir que eso parece una adquisición bastante... extraña. ¿A qué te dedicas? Si no te importa decirme, claro.