por Nitta Lun 5 Jul - 16:18
El despertador había sonado muy temprano y junto a su abuelo paterno, había salido a correr por los alrededores. A pesar de hacer siempre la misma ruta, no saber que percance meterologíco se encontrarían en el camino, hacía de la misma, un lugar interesante a recorrer. Había regresado a casa y, una vez duchados, aseados y desayunados, ella se había puesto la ropa que siempre se ponía cuando iba a la academia todo convinado con una boina francesa pues ese día, hacía viento frío. Se dejó el flequillo del lado derecho y finalizó colocándose la bufanda, el abrigo y calzándose las botas que la protegerían del frío.
Una vez fuera, se despidió de su abuelo y de su madre y andando, llegó a la academia yendo a buscar su clase directa sin detenerse en los rostros adormilados que iba descubriendo al pasar por su lado. Para ella, el día comenzaba a las 5:30 de la mañana y a las 8 de la mañana, ya estaba más que despierta, despejada y activa.
Se acercó a los colgadores donde dejó reposar su abrigo con la bufanda, la boina y los guantes guardados en los múltiples bolsillos que tenía para luego, recuperar la cartera del suelo y sentarse en su sitio de siempre: una mesa algo desvencijada cercana a la ventana desde donde se presidía, si alguién se sentaba de frente a la misma, todo el patio de la escuela.
Colgó del respaldo de la silla su mochila y aguardó, como siempre, a que el aula se llenara de amigos, compañeros y de nuevas cosas por aprender.
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El olor del pan recién horneado, escapaba de la parte trasera de la pequeña panaderia de su familia para filtrarse a través de la puerta cerrada todavía de la panadería y avisar, a quien pasara por enfrente, que pronto abrirían con nuevo y buenísimo pan.
Él por su parte, con las mangas de la camisa subidas hasta arriba y con las manos en la masa nunca mejor dicho, preparaba y amasaba una nueva barra de pan que no tardaría en poner al horno a cocer el tiempo justo, como bien le había enseñado su abuela materna y, tras su muerte, su madre. Aquello era todo un arte y casí se podría decir que él, James Potter, era el alma de aquella panadería y todo gracias a su dedicación, a su esfuerzo y a sus ganas de ayudar en la escasa economía del hogar.
Hacía un año que había dejado la academia y enseguida había renunciado a seguir estudiando para tirar adelante la panaderia de su madre y en ello estaba de forma entusiasta y feliz.
-James, cuando termines con las últimas barras, prepara pastas.
-De acuerdo -señaló un balde rojo-ahí tengo la pasta preparada, ahora me pondré manos a ello, mamá.
-Bien. ¿Pensaste en como innovar...?
Él dejó de amasar y agachó la cabeza.
-¿Los croassants? No, lo siento. Como no sea ponerles mermelada pero al ser un producto horneado no queda fina...-Constató.
-Bueno, seguiremos con los productos normales y corrientes.-Se le acercó y le besó en la cabeza, subiéndose las mangas de la camisa y mirándole.-Anda, ve a hacer las pastas, que te mueres de ganas.-Le sonrió y él, feliz, accedió después de quitar los panes ya hechos del interior del horno. Su tiempo de cocción había terminado.
Última edición por Nitta el Lun 5 Jul - 22:35, editado 1 vez